¿Alguno tiene una alcancía? No pienso pedirle prestado, solo es para recordar que todos tuvimos una. Cuando niño, tuve una alcancía, muchos tienen alcancías de cochinitos, de animalitos, mi esposa tiene una de oso, yo tenía una del “Chapulín Colorado” me la gané un día del niño en una fiesta que organizaron de parte del trabajo de mi papá.
Mi alcancía era irrompible, así que para asaltarla de vez en cuando tenía que quitarle un tapón de la parte de abajo. Nunca logré llenar esa alcancía, a pesar del tamaño de las monedas en aquel tiempo.
Un día mi papá llegó y tomando mi alcancía dijo: Te cambio lo que hay aquí por lo que traigo en mi bolsa. Vi mi alcancía y escuche como sonaban las monedas en su interior... Vi la bolsa del pantalón de mi papá se veía tan... vacía. Cuando respondí que no cambiaría mi alcancía por nada de lo que el trajera me mostró lo que traía en su bolsa: Un billete nuevecito de quinientos mil pesos (quinientos ahora).
He aprendido dos cosas de aquella tarde, primero: las cosas grandes a veces vienen en paquetes pequeños; segundo: a veces te pierdes de lo mejor por quedarte con lo "bueno".
A veces Dios llega como mi papá con grandes bendiciones en su bolsillo para ti y para mí, pero entonces nosotros miramos la alcancía de nuestra vida medio vacía, sonamos nuestras miserias como grandes logros y decidimos quedarnos con lo que tenemos en lugar de tomar lo que Dios nos ofrece.
Jesús dijo a los fariseos: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”. Los fariseos estaban seguros que estaban bien delante de Dios y por ello no vieron la bendición de la gracia.
Tu no puedes arreglar algo que no esta descompuesto y Dios no puede arreglar tu vida si tu dices que funciona.
En la Biblia, a través de la vida de mujeres como Sara, Raquel, o Ana… Dios nos enseña una lección preciosa: no importa que tan estéril sea tu vida, Dios siempre estará dispuesto a fructificarla si estas dispuesto a reconocer tu necesidad.
Para que Dios llene tu vida necesitar reconocer que esta vacía, para que el arregle tu vida necesitas declarar que estas en necesidad, para que Dios bendiga la iglesia debemos reconocer que sin Él no funcionamos.
Isaías el profeta, a Judá.
Mi alcancía era irrompible, así que para asaltarla de vez en cuando tenía que quitarle un tapón de la parte de abajo. Nunca logré llenar esa alcancía, a pesar del tamaño de las monedas en aquel tiempo.
Un día mi papá llegó y tomando mi alcancía dijo: Te cambio lo que hay aquí por lo que traigo en mi bolsa. Vi mi alcancía y escuche como sonaban las monedas en su interior... Vi la bolsa del pantalón de mi papá se veía tan... vacía. Cuando respondí que no cambiaría mi alcancía por nada de lo que el trajera me mostró lo que traía en su bolsa: Un billete nuevecito de quinientos mil pesos (quinientos ahora).
He aprendido dos cosas de aquella tarde, primero: las cosas grandes a veces vienen en paquetes pequeños; segundo: a veces te pierdes de lo mejor por quedarte con lo "bueno".
A veces Dios llega como mi papá con grandes bendiciones en su bolsillo para ti y para mí, pero entonces nosotros miramos la alcancía de nuestra vida medio vacía, sonamos nuestras miserias como grandes logros y decidimos quedarnos con lo que tenemos en lugar de tomar lo que Dios nos ofrece.
Jesús dijo a los fariseos: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”. Los fariseos estaban seguros que estaban bien delante de Dios y por ello no vieron la bendición de la gracia.
Tu no puedes arreglar algo que no esta descompuesto y Dios no puede arreglar tu vida si tu dices que funciona.
En la Biblia, a través de la vida de mujeres como Sara, Raquel, o Ana… Dios nos enseña una lección preciosa: no importa que tan estéril sea tu vida, Dios siempre estará dispuesto a fructificarla si estas dispuesto a reconocer tu necesidad.
Para que Dios llene tu vida necesitar reconocer que esta vacía, para que el arregle tu vida necesitas declarar que estas en necesidad, para que Dios bendiga la iglesia debemos reconocer que sin Él no funcionamos.
“…Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová…”
Isaías el profeta, a Judá.
1 comentario:
Cuanta razón tiene...
Bellísima enseñanza.
Gracias por compartirla
Un abrazo
Daniel
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