viernes, diciembre 01, 2006

Tesoros...

La imágen del post anterior trajo a mi mente recuerdos...

Cuando era un adolescente (tendría unos 12 o 13 años), en el grupo de comunión tipo “embajadores o exploradores del Rey” decidimos como grupo ir de campamento. Diligentemente comenzamos a reunir fondos para financiar nuestro proyecto. Actividades en el templo, renta de nuestros servicios como “lava coches”, aseo de patios y jardines o niñeros.

Cuando reunimos una suma considerable, la envidia comenzó a surgir entre unos y otros, así que “inteligentemente” decidimos meter todo ese dinero en una lata y enterrarlo en el amplio patio del templo como un tesoro con “mapa del tesoro” y todo.

Un buen día, antes de hacer nuestro campamento, llegamos a "descubrir" el tesoro, para darnos cuenta con sorpresa que todo el patio de la iglesia estaba cubierto por una capa de escombro apisonado, pues los hermanos habían decidido derrumbar algunos salones viejos y utilizarlos como relleno para nivelar el suelo.

Ahí quedó nuestro tesoro, cuando leo las palabras de Jesús: “donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan” recuerdo este incidente y puedo agregar: “y los hermanos cubren de escombro” (en más de un sentido).

Todos hemos tenido tesoros, quizá no les hemos llamado así, pero son aquellas cosas que conservamos con especial cuidado a través de los años. Álbumes de fotografías familiares, algún libro, juguete o artefacto viejo que recibimos cuando niños, recuerdos y memorias de nuestros seres queridos, incluso un fondo de ahorro familiar. Tesoros que determinan nuestro precio y valor.

Un hombre (o mujer) vale aquello que defiende. El libro de los Proverbios dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” ¡Ese si que es un tesoro valioso! Gracias a Dios que él puede guardar nuestros corazones. Jesús enseña que los tesoros en el Reino son intocables por los detractores de este mundo.

“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”
Jesús en la montaña.

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7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Por qué el “perro” como figura emblemática de tu blog? ¿Acaso llevas una vida de perro? ¿Comes como perro? ¿O tu fidelidad al Señor es de carácter perruno?
Por otro lado, creo que has blasfemado al decir “...y puedo agregar (a las palabras de Jesús)…” ¿No sabes que quien añada algo al mensaje profético, Dios le añadirá a él las plagas descritas en los evangelios? ¿No hay temor en tu corazón canino? ¡Arrepiéntete! ¡O arderás en el lago de fuego y azufre!

El Perro dijo...

Hermano Seminarista:

¿Por qué perro? Respondo a esa interrogante en el link de la barra lateral ¿Por qué la guarida del Perro?
http://la-guarida-del-perro.blogspot.com/2006/02/por-qu-la-guarida-del-perro.html
Pero, Básicamente es que siguiendo el ejemplo un tipo llamado Jonh Vassar no me llamo a mi mismo "Pastor" porque solo Jesús merece ese apelativo.

Disculpa mi humor, yo si bromeo (en cierto modo) cuando "agrego" esas palabras a las de Jesús, sin embargo me hago responsable de la autoría de las mismas y no las atribuyo a Jesús (en cuyo caso si estaría blasfemando).

Lamento el malentendido, sirva este comentario como nota aclaratoria.

Por otro lado creo que tus palabras me suenan conocidas... quizá se las tomaste prestadas a un personajillo de la blogosfera en donde dejaste tambén un comentario... http://www.blogger.com/comment.g?blogID=30125149&postID=116490993566175731

Bendiciones!!!

Reverendo Trinquete dijo...

Atención Seminarista!
¿Cón que derecho se atreve usted a usar mis frases imprecatorias? ¿Cree que el par de doláres aportados a Ministerios Laodicea le da derecho a eso? ¡Usted si que tiene de que arrepentirse! ¡Espero su donativo!

Atención Perro!
¿A quién le llama usted "personajillo"?
¡Usted ni a "medio-personajillo" llega!
¡Ni siquiera puede llamarse a si mismo pastor! ¡Que vergüenza!
¡Arderá en el lago de Fuego y Azufre!

Anónimo dijo...

Hermano Perro:
Tu mansedumbre me obliga a pedirte disculpas. Creí que ibas a adoptar una actitud belicosa, pero me equivoqué. Luego de pensarlo, me di cuenta que no tengo derecho a perturbar la tranquilidad o santidad de tu guarida.
Disculpa.

El Perro dijo...

Hermano Seminarista:

Gracias por tus disculpas! La guarida es un espacio abierto, vuelve cuando quieras.

Anónimo dijo...

órale, no hay como entenderse, hablando se entiende la gente, que bonitos se ven así, saludos al seminarista ¿de los ojos negros? je, y el reverendo trinquete, cúidese que ya lo trae entre ojos hacienda, y esa si lo va hacer arder pero en la cárcel.

León Quintero dijo...

Aun lo recuerdo , que sorpresa nos llevamos, pero tú y yo ya teníamos experiencia en esos asuntos, no recuerdas cuando teniamos nuestro tesoro en el dompe de mi tío raúl? y un día que regresamos de la escuela ya se lo habían llevado, el dompe, jajajajaja, y era una buena lana, al menos para nosotros, pobres ilusos que volvimos a cometer el mismo error. ni hablar carnalito.ahora mejor HSBC.