Hace casi nueve años llegó a mis manos una perrita blanco y negro; la encontramos en un bote de basura cuando estaba recien nacida, aún no abría los ojos y alguien había decidido desecharla, la criamos, cuidamos y vimos crecer, en ella encontré una compañera de juegos y travesuras... y una devoradora insaciable, por eso le llamé Choncha, pues cada vez comía hasta parecer un globo a punto de reventar.
Podía comer de todo, una vez hasta se comió un tronco de madera donde mi hermano partía pollos asados, le gustaba la carne y el salchichón (una vez dió cuenta de un pavo de navidad que aún no cocinabamos) sin embargo se podía conformar con las sobras de la comida.
La Choncha era todo amor además de bilingüe, algunas veces mientras leía mi biblia al sol se echaba sobre mis pies y otras veces se trepaba a mi regazo y me obsequiaba lenguetazos por toda la cara cuando yo decía; Kiss me!
La Choncha era todo amor además de bilingüe, algunas veces mientras leía mi biblia al sol se echaba sobre mis pies y otras veces se trepaba a mi regazo y me obsequiaba lenguetazos por toda la cara cuando yo decía; Kiss me!
Cuidaba de todos, aún recuerdo cuando un maleante se metió de noche a mi casa por el patio trasero y ella no le dejó pasar, cuando salí alertado por los ladridos y los gritos, el hombre había trepado a la barda y me pedía a gritos que le entregara su zapato y agarrara a mi perro.
La Choncha inspiró el nombre de este blog, ella fué mi musa con sus vagancias y correrías. Y, ahora que se ha ido dedico estas líneas a su recuerdo, a los momentos que compartió conmigo; a la sabiduría de disfrutar la vida cada día, ser agradecido con lo que recibes y proteger a los que amas...
No espero que me entiendas; pero si has recibido un lenguetazo en la cara, una mirada esperanzada, o han corrido a tu encuentro cuando llegabas cansado de la escuela o el trabajo obsequiandote con vueltas, ladridos y brincos... lo entenderás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario